11.12.07

¡FELIZ NAVIDAD! vs. ¡FELICES FIESTAS!

Hay gustos para todo y el tema navideño no iba a sustraerse de la polémica. Mientras unos se aferran a las tradiciones y al sentimiento religioso para lanzarse al consumo desmedido, una minoría, cada vez menos silenciosa, alza la voz contra el despilfarro y abuso de los símbolos religiosos en estas fechas, en ocasiones, apelando a esas mismas tradiciones y creencias.

Parece que es difícil resistirse al poder hipnótico de las luces de colores, el sonido de los villancicos y la convocatoria de las grandes superficies. Se encienden los focos navideños y… empieza el espectáculo… Aunque cada vez es más difícil justificar esta situación en sociedades en las que Estado y religión se mantienen separados.

Es llamativo contemplar, cómo llegadas estas fechas, los símbolos religiosos toman las calles y se instalan sin pudor, acaparando la vida tanto de los cristianos como de los que pertenecen a otras religiones.

Desde las instituciones, se están intentando que toda la imaginería religiosa pase desapercibida para no resultar hiriente. El “Feliz Navidad” se transforma en “Felices Fiestas” y los símbolos cristianos se transforman en imágenes más neutras. Árboles de Navidad, música de jazz y comidas exóticas contra belenes, villancicos, polvorones y Papá Noel.

La guerra ha estallado


Y es que, queramos o no, la percepción que se tiene de las Navidades está cambiando. Según un estudio de ChildWise, publicado por la BBC en 2006, en Inglaterra, la mitad de los niños de 7 a 11 años no asociaban la Navidad con la religión, y aunque la mayoría se sentía feliz, uno de cada 6 encuestados manifestó que estaba estresado, preocupado por los regalos, por los familiares ausentes y con sentimientos de soledad.

Además, en los países europeos y Estados Unidos, la multiculturalidad es una realidad y así distintas religiones tienen que compartir las mismas fechas. Mientras los cristianos están de celebración navideña, los judíos festejan el Hanoukka; los musulmanes, el Aïd el-kébir y los afroamericanos el Kwanzaa, además de la Fiesta de Fin de Año y el Solsticio de Invierno. Demasiadas coincidencias y cada vez más mayor preocupación por ser políticamente correcto.

Inglaterra es uno de los países que más se está aplicando el lavado de cara de sus fiestas navideñas; incluso el tema ha sido debatido en el parlamento.

Según cuenta Henri Tincq en un artículo publicado por Le Monde en 2006 “en más de tres cuartos de las oficinas londinenses, las decoraciones de Navidad han sido desaconsejadas e incluso prohibidas. En el ayuntamiento de Luton, Navidad fue rebautizada “Luminous“. En Birmingham, el nombre fue reemplazado en los documentos administrativos por el de “Fiesta del invierno”. En los correos británicos, en los sellos de final de año, en lugar del portal, de la estrella o de los pastores y la visita de los tres reyes magos, se han impreso muñecos de nieve y renos”.

Y así comenzó en 2005 lo que la prensa ha dado en llamar “War on Christmas”.

Algunos ciudadanos opinan que esta guerra es una estratagema de los cristianos para cobrar más protagonismo y poder, en una sociedad donde ésta se reconoce como la religión del Estado, lo que, les otorga importantes privilegios que se niegan a otros.

Otros critican esta ola de laicismo en las fiestas inglesas. Por ejemplo, en la web Bring Back Christmas! se aboga por el retorno de la Navidad y sus tradiciones a nuestras vidas.

En Estados Unidos también ha surgido la misma guerra, pero a diferencia de la de Inglaterra, aquí la persecución tiene un tinte más económico.


En 2005, grandes cadenas como Wal-Mart, Macy’s o Target, decidieron no mostrar símbolos cristianos en estas fechas para no hacer de menos a otras religiones, que también celebraban sus fiestas en esta fecha.

Contra ellos se levantó el poderoso grupo Catholic League for Religious and Civil Righ, una asociación que se ha encargado de denunciar y acosar a todos los centros comerciales e instituciones que han prescindido de referencias navideñas. Para ello escribieron cartas a su extensa base de datos de cristianos, invitándoles a boicotear la compra en dichos centros.

Esto mismo fue lo que hizo la Asociación Americana de Familias AFA cuando en 2004 lanzó una campaña de boicot contra Macy’s y Bloomingdale's.

El Liberty Counsel fue más allá y editó un listado de las tiendas “naughty”, que suprimieron la Navidad de sus centros, y otras “nice”, para que sus afiliados supieran dónde tenían que dirigirse a comprar.

Al final, los intereses económicos ganaron y en 2006 reapareció la iconografía cristiano-navideña.

Además existen, otras drásticas maneras de luchar contra el laicismo en Estados Unidos, por el que vela férreamente la American Civil Liberties Union. Así, Alliance Defense Fund ha destinado más de 1.500 abogados para que gratuitamente emprendan pleitos de particulares contra los colegios y lugares públicos donde se censure lo que ellos consideran su derecho a la celebración de las Navidades.

Esta corriente laica se sigue también en la mayoría de los países europeos. En España, el Primer Teniente Alcalde del Ayuntamiento de Sevilla, ha propuesto un cambio de nombre para la Navidad, que pasaría a llamarse Solsticio de Invierno.


Una batalla cuerpo a cuerpo

Este posicionamiento contrario a la ostentación navideña, no parte sólo de gobiernos e instituciones, también colectivos de ciudadanos e individuos particulares, levantan su voz contra este fenómeno.

La mayoría no se mueven tanto por el afán de desterrar los iconos religiosos de la vida pública sino que sus preocupaciones inciden más en el derroche y el gasto innecesario en estas fechas.

Muchos de estas iniciativas, nacen dentro de la propia iglesia católica. Por ejemplo, en Sri Lanka, un grupo de sacerdotes ha pedido a los católicos que boicoteen las celebraciones de Navidad hasta que la guerra y las matanzas desaparezcan. Y no ha sido el único caso de religiosos que reniegan de esta práctica.

Sonada iniciativa es la que está llevando a cabo un grupo de cristianos menonitas canadienses, en colaboración con Adbuster, colectivo que lucha contra la erosión del entorno por causa del consumo masivo.

Ellos, han creado el Buy Nothing Christmas, iniciativa que propone decir "no" a los patrones de alto consumo en este periodo. Se trata de un acto voluntario contra la comercialización de la Navidad. Ellos proponen volver a encontrarse con el profundo sentimiento cristiano de no dañar la tierra y compartir con las personas menos privilegiadas.


De la mano de otro grupo religioso, pero esta vez liderado por el falso Reverendo Billy, un profeta antiglobalización y su Church of Stop Shopping, se lucha contra el consumo excesivo y la pérdida de las tradiciones. Para hacer oir su mensaje antinavideño, cantan y predican su doctrina en la puerta de los grandes centros comerciales.

El reverendo acaba de estrenar su película documental, What World Jesús Buy. Una cámara le sigue por todo EE.UU. las semanas previas a la Navidad para convencer a la gente de que deje de comprar, si no quiere provocar el Shopocalypse (Apocalipsis de las compras). Sus discursos son acompañados con canciones de góspel y con mensajes anticomerciales hilarantes.

Con la cristiana idea de compartir con los necesitados, Intermon Oxfam inició ya hace 3 años una campaña llamada "Algo más que un regalo", que soluciona el problema de los regalos navideños ofreciendo la posibilidad de comprar, a través de su web, regalos solidarios. El valor va desde 12 a 3.000 euros con los que Intermon comprar material didáctico, gallinas, cabras, cerdos, bicicletas, kits sanitarios, burros, semillas y fertilizantes, vacas o incluso una carreta de tracción animal.

Muchas web instan en sus páginas a la rebelión antinavidad,, como por ejemplo The Antichristmas Zone, The Christmas Resistance Movement o Antinavidad. En ellas se nos ofrecen ideas y recursos para consumir menos en estas fechas proponiendo cosas que se pueden hacer sin dinero.

La guerrilla iconoclasta


Papá Noel es perseguido por muchos de los colectivos antinavidad y anticonsumo que ven en él la representación de la Navidad consumista.

Uno de los mayores grupos activistas contra este icono viene de Alemania y Austria, y ha puesto en marcha campañas de protesta por la comercialización de la Navidad. El blanco de sus iras es Santa, un americano de importación que desde su punto de vista, no representa el verdadero espíritu navideño.

Para ello pretenden cambiar este icono, que según ellos fue creado por Coca Cola en los años 30, y sustituirlo por San Nicolás, un hombre santo que ayudó a los necesitados. Una especie de “precursor” de las actuales ong's.

A través de blogs como Santarchy & Santacon se ha orquestado una iniciativa masiva que consiste en vestirse de Santa Claus cutre y deambular haciendo el gamberro bebiendo y cantando canciones contra la Navidad por el centro de las ciudades. Tan popular y extendido es el movimiento que ya está en Second Life. Un tal Chris Christmas Rodríguez ha realizado su particular y sonada campaña electoral para desbancar a Santa, que casualmente será sustituido por él mismo.

En Australia, además, Santa Claus ha sido censurado prohibiendo que diga sus famosas palabras "ho ho ho", porque consideran que son ofensivas para la mujer, al asemejarse su fonética a un término relacionado con la prostitución.

Pero no sólo el anciano vestido de rojo es una imagen polémica en Navidades. Hay colectivos intentando salvar a los Árboles de Navidad. En 2005, en EE.UU. se consumieron 32,8 millones de árboles, que en su mayoría acabaron en los contenedores de basura. En la página Treerevolt, se pueden ver algunas iniciativas para salvarlos.

Condenados a las tinieblas


La iluminación navideña en las ciudades también se ha visto sometida a una revisión y modernización. Cada vez se tiende más a despojarla de una iconografía cristiana. El caso de Madrid es un buen ejemplo. Los diseñadores encargados este año de la iluminación han optado por eliminar totalmente referencias directas a motivos religiosos, decantándose por otros más abstractos o alusivos a los buenos sentimientos, la diversión y la fiesta.

En Londres, su Ayuntamiento ha ofrecido el patrocinio de dichas luces a empresas privadas. Nokia ha asumido el encargo de crear las de Regent Street, para lo que ha elegido una iluminación moderna y totalmente abstracta. En la vecina Oxford Street, Disney ha optado por una de lo más tradicional y acorde a la temática de la película “Enchanted” que se publicita en ellas.

El excesivo consumo energético de estas luminarias también ha levantado a autoridades y sobre todo a grupos ecologistas como Ecologistas en Acción, los cuales “consideran absolutamente contradictorio que mientras se ponen en marcha operaciones de "estética verde", en la práctica se siga profundizando en una cultura de derroche claramente insostenible”.

Las luces particulares también están siendo sometidas a censura, como le pasó al millonario inglés Vic Moszczynski, contra el que se querelló su distrito por el gasto excesivo de luz y el aumento de la delincuencia debido a su ostentosa iluminación. También, los vecinos de Dominic Luberto se han movilizado contra el enorme despliegue lumínico de su casa de Boston. No es para menos...

Propaganda subversiva


Colectivos de artistas y diseñadores no han podido resistirse a lanzar sus despiadadas críticas, en forma de imagen, contra los estereotipos de la Navidad.

The Times ha elaborado un particular ranking de piezas antinavidad. Lo ha llamado Blasphemy Collection y en él, se puede encontrar, el musical Jesucristo Superstar; la escultura de Cosimo Cavallaro, Chocolate Christ; el reportaje fotográfico Ecce Homo de Elisabeth Ohkson Tallin y muchas otras obras que atacan, critican o parodian los iconos religiosos.

También afamados grafiteros han mostrado su particular punto de vista sobre estas fiestas en una innovadora iniciativa llamada Santa Ghetto, una exposición temporal que hasta ahora se había celebrado en Londres y que este año se ha trasladado a Belén.

Además de exponer y vender obra de fuerte carga ideológica, artistas como Mark Jenkins, Blu, Sam3, Paul Insect, y el afamado Banksy, se han servido de los muros que dividen la ciudad para plasmar su visión de este tema.

Como no, también diseñadores gráficos cineastas, agencias de publicidad anunciantes y particulares están tratando de sacar el máximo partido a este filón de imaginería antinavideña.

Quizás la clave pase por definir un término medio entre las almibaradas Navidades Disney, que prefiere una mayoría, y la Pesadilla Antes de Navidad que van a sufrir los que están en contra. Quizás pase por ceder espacio y representación en estas fechas a otras sensibilidades, quizás por ser menos consumistas, quizás... quizás... quizás... sólo haya que saber elegir lo que más se adapte a nuestros intereses, porque… de eso se trata ¿no?.